domingo, 12 de agosto de 2007



En este castillo estuve yo en mis vacaciones de verano del 2006, es una pasada, tanto por fuera como por dentro.

Es el castillo de Neuschwanstein (Baviera,Alemania) que se construyó en una época en la que los castillos y las fortalezas no eran necesarias desde el punto de vista estratégico. En lugar de ello, nació de la pura fantasía: una bella y romántica composición de torres y muros en perfecta armonía con las montañas y los lagos.

El rey, Luis II de Baviera (el rey loco) exigió dos condiciones en su construcción: primero, que fuera edificado por trabajadores bávaros y con materiales bávaros, sin apenas excepciones, lo que favoreció la creación de una poderosa artesanía en Baviera, que ha hecho de ella uno de los mayores enclaves industriales de Alemania. Y segundo, que por fuera se asemejase a los castillos de los cuentos de hadas que tanto admiraba en su juventud, mientras que por dentro contuviera todos los avances tecnológicos de la época.

Así, ambas exigencias se cumplieron: el castillo asemejó tanto los relatos tradicionales alemanes que fue elegido por la Disney como modelo para el castillo de la bella durmiente Esta segunda foto está hecha desde un puente colgante que está cerca del castillo y que si miras para abajo ves un rio y da un vértigo…

Se dice que a Luis II le gustaba ver de noche el castillo desde ese puente y que dejaba todas las luces del castillo encendidas, tenía fama de raro este hombre.

Por dentro, además de continuas referencias a estos cuentos o a diversas leyendas y personajes medievales contiene una completa red de luz eléctrica, el primer teléfono móvil de la historia (con una cobertura de seis metros), una cocina que aprovechaba el calor siguiendo reglas elaboradas por Leonardo da Vinci, y maravillosas vistas y paisajes a los Alpes, incluyendo una encantadora cascada que podía contemplarse desde la habitación del monarca.

Luis II deja la capital, Munich, y se instala permanentemente en el castillo en 1884 supervisando su construcción, en concreto desde unas escaleras que constituían el lugar favorito para seguir los avances obtenidos. Por no tomar medidas ante las amenazas por parte de la banca extranjera de embargar sus propiedades, es incapacitado en 1886 y muere ahogado en un lago cercano en extrañas circunstancias.

Los descendientes de Luis II vendieron el castillo al gobierno bávaro, pasando más tarde al alemán. La cantidad por la que lo vendieron iguala a los ingresos anuales actuales que el castillo obtiene de los turistas que vienen a visitarlo.






No hay comentarios: